Una Deuda Pendiente de la Democracia: La Inspección

No entiendo cómo se permite a las grandes fortunas de este País que se libren de pagar los impuestos correspondientes mediante las Sicav. Sería interesante que tributasen al mismo tipo que las empresas. Ya que se desgravan hasta los cafés, podríamos replantear esa figura.

Pero, además, en España se mueve mucho dinero sin control y, aún peor, sin interés por controlarlo. Recuerdo cuando se realizó la reconversión industrial, que en pueblos, con un 90% de desempleo, los coches marca Mercedes abundaban en las puertas de las casas.

A vuelta de vacaciones he podido observar en los pueblos de la costa una inmensidad de carteles de alquiler para futuros veraneantes. Particulares que celebran fiestas (bautizos, bodas, banquetes) que no piden factura para ahorrarse el IVA.

Esos ingresos entre particulares, aunque anecdóticos, multiplicados por todos los movimientos en toda España a lo largo de todo el año suponen un buen pellizco para el PIB.

Pero hay otro tipo de inspección que tampoco funciona. Al igual que cuando se produce in accidente laboral, los sindicatos supervisan el plan de riesgos laborales, contratos y demás, la Inspección sanitaria controla las instalaciones hosteleras que tienen registro sanitario. Las que no lo tienen, no existen para ellas. Si se lo sugieres te responden que lo denuncies.

Con 2.600.000 funcionarios en toda España, si la inspección funcionase bien, de oficio, y con profesionalidad, la recaudación impositiva aumentaría lo suficiente para no tener que entrar en otros debates. Pero lo cierto es que, al igual que en el colegio nos enseñan a comportarnos como ciudadanos (desde hace poco y con la nueva asignatura), las administraciones nos deberían educar en la obligación tributaria en función de nuestros ingresos para sostener nuestra Nación y hacerla más competitiva, pero sobretodo más igualitaria. Y al igual que en los colegios pasar los diferentes controles y exámenes, mediante la inspección correspondiente.